Las cosas de palacio

Foto: Candida Hofer

Te vas al Palacio de la Zarzuela, te dice el redactor jefe. El Rey recibe en audiencia a los grupos parlamentarios antes de la sesión de investidura del nuevo Gobierno. Tú ya te has puesto la chaqueta sastre, te ves pisando moqueta,  deslumbrada por las lámparas de araña y los cuadros históricos. Te preguntas cómo estará el rey de su ojo y qué cara se le habrá quedado después de la reunión con Amaiur de la mañana. Pero entonces el coche se detiene y te deja junto a una gran carpa de plástico.

–       ¿Seguro que es aquí?

–       Sí, sí, es la carpa de prensa.

Cuando entramos sólo hay un camarero preparando el catering –café, refrescos y pastas tipo Lidl- y un par de periodistas trasteando con sus portátiles en una gran mesa cuadrada pensada para los ‘plumillas’. Bueno, al menos moqueta sí que hay. Y calefacción, percheros plateados y ventanales con arco de medio punto al más puro estilo palaciego.

–       Hola, sí, hey… 1,2,3.

En el otro extremo de la carpa prueban sonido. Por aquí desfilarán esta tarde Durán Lleida, Rubalcaba y Rajoy, para contarnos cómo ha ido con el Rey. Lo que ya me queda claro es que a su majestad, ni de lejos. En realidad estamos a más de 3 kilómetros del Palacio en sí, en medio del aparcamiento del polideportivo de Somontes. Leo en la convocatoria que a la Zarzuela sólo pueden acceder “los habituales en la cobertura de las actividades oficiales de la casa de S.M.” No está el horno para moscas.

Al olor del café comienzan a llegar más periodistas, todos muy bien vestidos. Vienen de comer y se disponen a escribir un nuevo refrito de la crónica de la mañana para los siguientes boletines. A veces lo hacen en voz alta.

–       Si hay que pedir perdón…¿cómo era?

–       Si hay que pedir perdón se pedirá

–       Si hay que pedir perdón se pedirá, pero avanzado el proceso

Se van uniendo las voces, todos escribiendo al mismo tiempo, y poniendo su grano de arena, como un coro. Cada palabra, cada matiz, es fundamental.

–     Rechazo de la violencia, ¿seguro?

–    Rechazo de la violencia, lo ha dicho tal cual, varias veces. Cómo os complicáis.

Siguen llegando periodistas y de vez en cuando se produce algún reencuentro. “Cuánto tiempo. Sí, desde los pisco sour de Perú. Claro, luego estuvo lo de Hamburgo, pero yo no fui”. Y así pueden tirarse un buen rato repasando la agenda viajera de los últimos meses de la realeza.

Me pregunto si habrá baño en esta carpa… Me indican que tengo que salir fuera. No doy crédito. Han colocado dos casetas tipo FIB para las necesidades de los cronistas. Por fuera están forradas de madera, pero por dentro son igual de asquerosas que las del festival más inmundo. Las rachas de viento se cuelan por las rendijas.

El primero en hablar esa tarde es Durán Lleida. Llevamos aquí casi una hora y media. A partir de ahí, todo se empieza a acelerar. Las agencias tienen que pasar varios textos antes de que empiece la siguiente comparecencia; las teles y las radios entran en directo. Afuera hay algunas unidades móviles. El trasiego es continuo.

Me fascina la habilidad felina de Rubalcaba para llegar sin ser visto. No se le oye, no se le huele, ni se le siente. No camina, se desliza, sigiloso. Cuando te das cuenta, ya está colocado en la tribuna dispuesto a hablar.  La entrada de Rajoy es más estelar, rodeado de un séquito, se le ve como ensanchado, sonriente. Debe de ser el poder, que fija, brilla y da esplendor. Claro que también desinfla cuando abandona y deja pellejos. Qué cosas.

Hace rato que se ha ido el sol, el gasoil se ha acabado y no hay calefacción. Hace frío en esta carpa real.

(Fotografía de Candida Höfer)

3 Respuestas to “Las cosas de palacio”


  1. 1 emilia 19 diciembre, 2011 a las 7:28

    qué revelador, no sé si más lo que cuentas de Rubalcaba o lo de los baños… muy buena intracrónica!!

  2. 3 Kiko 19 diciembre, 2011 a las 10:54

    …con lo más inmundo, los malditos Polyklyn. Real como la vida misma.


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